“Establecer
metas y objetivos es el primer paso para alcanzarlos”
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Cuando
queremos alcanzar la cima de una montaña, hay muchos pasos que dar entre el
comienzo y la cima. El esfuerzo que tenemos que realizar para seguir dando
todos estos pasos es elevado y hay que tener plena convicción en la
consecución del objetivo, sino desfalleceremos en el camino porque pensaremos
que no merece la pena.
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Si no nos imaginamos haciendo cumbre, si no disfrutamos con antelación que lo que será el momento victorioso de haber llegado y tener ante nosotros una vista que nos cortará la respiración, nos será mucho más difícil conseguir nuestro objetivo. Por lo tanto, soñar con aquello que conseguiremos si alcanzamos nuestro objetivo deseado, nos ayudará enormemente durante el duro trayecto del proceso del cambio.
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“Si lo
puedes soñar, lo podrás hacer” – Walt Disney
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Las
razones más frecuentes del fracaso son la falta de objetivos claros. La
definición de éstos sirve para orientar nuestro subconsciente en la dirección
correcta para conseguirlos y concentrar las fuerzas sobre el verdadero punto
de gravedad.
“La
mayor parte de nuestro trabajo surge de forma reactiva, atendemos peticiones,
solucionamos problemas, buscamos información que necesitamos para algo,”¿Os reconocéis
con esta forma de funcionar?
¿En
cuántas de estas tareas nos tomamos la molestia de establecer un plan? No en
todas ¿verdad? ¿en alguna acaso? ¿en ninguna?
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Está
comprobado que quien se marca objetivos orienta la fuerza de su subconsciente
hacia la consecución del mismo y concentra sus energías hacia el verdadero
punto de gravedad. Con ello evitamos dispersarnos en tareas que no serán
clave para la consecución de nuestro objetivo y que ahora nos será más fácil
identificar.
Otra de
las ventajas a la hora de marcarnos objetivos es que en todo proyecto hay “tareas”
y “acciones” que hacer que no nos resultan nada “seductoras”, pero que hay
que hacerlas ¿verdad?; el hecho de tener establecido un compromiso a través
de los objetivos nos facilita mucho la realización de estas tareas menos
“agradables”.
Y otra
de las ventajas es que, gracias a tener que hacer un seguimiento de cómo
vamos cumpliendo los objetivos marcados, tenemos una trayectoria (conviene
que esté documentada) de la consecución de los mismos y podremos utilizar
esto como soporte en nuestra evaluación del desempeño tanto a nivel
profesional como personal y demostrar(nos) cómo vamos progresando con
respecto a estos aspectos.
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Después
de esto pensaréis: “Si, esto suena muy bonito, pero en mi puesto de trabajo
(y en mi vida) tengo muy poca posibilidad de establecer “mis objetivos”, casi
siempre me los establecen mis superiores, las circunstancias,…”.
Por
desgracia, esto ocurre en la mayor parte de las organizaciones y,
afortunadamente esta “mayor parte” cada vez se reduce en número. Según las empresas van incorporando formas
de gestionarse más eficaces, bajo parámetros de excelencia en gestión, van
inculcando a sus colaboradores esta forma de trabajo en la cual cada
colaborador es su propio “empresario” y sabe qué tiene que hacer para contribuir
a que su organización llegue a buen puerto. También se están cambiando los
sistemas retributivos y cada vez más frecuentemente vemos que una parte
variable del salario va ligada a la consecución de objetivos de cada persona.
En cuanto al ámbito personal nuestra capacidad y libertad para elegir
nuestros objetivos es incuestionable o, al menos, debería serlo.
En el
caso de sentirnos "coaccionados por las circunstancias", sugiero la
práctica del “empoderamiento" y creámonos estos objetivos. Yohan Jonson
definió el empowerment en el ámbito profesional como “el hecho de delegar poder y autoridad a los subordinados y de
conferirles el sentimiento de que son dueños de su propio trabajo”. Lo
mismo aplica para el terreno personal.
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lunes, 13 de mayo de 2013
Cómo trabajar con Objetivos
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