lunes, 13 de mayo de 2013

Cómo trabajar con Objetivos


“Establecer metas y objetivos es el primer paso para alcanzarlos”




Cuando queremos alcanzar la cima de una montaña, hay muchos pasos que dar entre el comienzo y la cima. El esfuerzo que tenemos que realizar para seguir dando todos estos pasos es elevado y hay que tener plena convicción en la consecución del objetivo, sino desfalleceremos en el camino porque pensaremos que no merece la pena.

 Si no nos imaginamos haciendo cumbre, si no disfrutamos con antelación que lo que será el momento victorioso de haber llegado y tener ante nosotros una vista que nos cortará la respiración, nos será mucho más difícil conseguir nuestro objetivo. Por lo tanto, soñar con aquello que conseguiremos si alcanzamos nuestro objetivo deseado, nos ayudará enormemente durante el duro trayecto del proceso del cambio.

“Si lo puedes soñar, lo podrás hacer” – Walt Disney

Las razones más frecuentes del fracaso son la falta de objetivos claros. La definición de éstos sirve para orientar nuestro subconsciente en la dirección correcta para conseguirlos y concentrar las fuerzas sobre el verdadero punto de gravedad.

“La mayor parte de nuestro trabajo surge de forma reactiva, atendemos peticiones, solucionamos problemas, buscamos información que necesitamos para algo,”¿Os reconocéis con esta forma de funcionar?

¿En cuántas de estas tareas nos tomamos la molestia de establecer un plan? No en todas ¿verdad? ¿en alguna acaso? ¿en ninguna?





Está comprobado que quien se marca objetivos orienta la fuerza de su subconsciente hacia la consecución del mismo y concentra sus energías hacia el verdadero punto de gravedad. Con ello evitamos dispersarnos en tareas que no serán clave para la consecución de nuestro objetivo y que ahora nos será más fácil identificar.

Otra de las ventajas a la hora de marcarnos objetivos es que en todo proyecto hay “tareas” y “acciones” que hacer que no nos resultan nada “seductoras”, pero que hay que hacerlas ¿verdad?; el hecho de tener establecido un compromiso a través de los objetivos nos facilita mucho la realización de estas tareas menos “agradables”.

Y otra de las ventajas es que, gracias a tener que hacer un seguimiento de cómo vamos cumpliendo los objetivos marcados, tenemos una trayectoria (conviene que esté documentada) de la consecución de los mismos y podremos utilizar esto como soporte en nuestra evaluación del desempeño tanto a nivel profesional como personal y demostrar(nos) cómo vamos progresando con respecto a estos aspectos.

Después de esto pensaréis: “Si, esto suena muy bonito, pero en mi puesto de trabajo (y en mi vida) tengo muy poca posibilidad de establecer “mis objetivos”, casi siempre me los establecen mis superiores, las circunstancias,…”.

Por desgracia, esto ocurre en la mayor parte de las organizaciones y, afortunadamente esta “mayor parte” cada vez se reduce en número.  Según las empresas van incorporando formas de gestionarse más eficaces, bajo parámetros de excelencia en gestión, van inculcando a sus colaboradores esta forma de trabajo en la cual cada colaborador es su propio “empresario” y sabe qué tiene que hacer para contribuir a que su organización llegue a buen puerto. También se están cambiando los sistemas retributivos y cada vez más frecuentemente vemos que una parte variable del salario va ligada a la consecución de objetivos de cada persona. En cuanto al ámbito personal nuestra capacidad y libertad para elegir nuestros objetivos es incuestionable o, al menos, debería serlo.

En el caso de sentirnos "coaccionados por las circunstancias", sugiero la práctica del “empoderamiento" y creámonos estos objetivos. Yohan Jonson definió el empowerment en el ámbito profesional como “el hecho de delegar poder y autoridad a los subordinados y de conferirles el sentimiento de que son dueños de su propio trabajo”. Lo mismo aplica para el terreno personal.